En la abrazante penumbra de la noche
sus siempre yemas acariciaban el
yingyang
sostenida en su taburete de madera
pisaba precisa el pedal.
No se sabía si interpretaba partituras
que se erguían frente al pecho humano
como estoicos pergaminos garabateados
de tesoros musicales
o si hilvanaba los sonidos
que el aire cobijaba
con una antigua
singer
de lujo de cola
cual abrazo maternal imaginado.
Sostengo
que curaba el espacio y que
mientras lo hacía sanaba
a traves de la palabra que
por algún motivo
se iba imprimiendo
a su paso de estrofas y sonidos.
Carina A. Acosta
FOTO: Mano Derecha, de María Eugenia Fedullo Torres