Desadheridas
de todo intento de pertenencia
se pertenecían
tal vez ateridas, en medio de un juego
de poder siniestro
y morado en la mirada de sus ojos
Hubo incluso, quien
en el vano detalle de dejar su marca para siempre
imprimió un puño sellado en esos rostros inocentes.
Mejor sin violencia.