
En la abrazante penumbra de la noche
sus siempre yemas acariciaban el yingyang
sostenida en su taburete de madera
pisaba precisa el pedal.
No se sabía si interpretaba partituras
que se erguían frente al pecho humano
como estoicos pergaminos garabateados
de tesoros musicales
o si hilvanaba los sonidos
que el aire cobijaba
con una antigua singer
de lujo de cola
cual abrazo maternal imaginado.
Sostengo
que curaba el espacio y que
mientras lo hacía sanaba
a traves de la palabra que
por algún motivo
se iba imprimiendo
a su paso de estrofas y sonidos.
Carina A. Acosta
FOTO: Mano Derecha, de María Eugenia Fedullo Torres
La pensadora partió la estatua de su reflejo, y se encaminó hacia su destino.
ResponderEliminarNo sabía cual era, pero se encaminó igual, y qué?!
JAJJA eso es; Y QUE?! JAJAJA
ResponderEliminarY que? Y nada! Y ya pasó! y te quiero mucho.
Eliminarmauge, la que vió en el parque rivadavia
JAJAJAJAJ!!! Hola!
EliminarTe quiero mucho locaza!
Precioso. Una delicia.
ResponderEliminarMuy lindo tu post. Un tema que no cualquiera entiende. A mí me cautiva.
ResponderEliminarUn beso,
Shanty
Cada vez q lo leo lo encuentro más bello, más profundo, más simple. Eguam
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