
Cuando las manos se entrelazan
nos queda el día como descarriado
como girando
o como gritando que al fin
nuestras manos se han unido allí
donde el sol se duerme
y la luna clara
esconde su rostro enrojecido
para dejarnos al unísono
en un espacio sin tiempos
adormecido por un conjuro.
nos queda el día como descarriado
como girando
o como gritando que al fin
nuestras manos se han unido allí
donde el sol se duerme
y la luna clara
esconde su rostro enrojecido
para dejarnos al unísono
en un espacio sin tiempos
adormecido por un conjuro.
Carina Acosta
1998, Bº Villa Urquiza
Buenos Aires
Foto: Ary Kaplan Nakamura
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