La viajera inquieta
perenne
transita la duda lejana
que impera en el coloquio
como difuso ardid de un recuperar constante
conteniendo
rasgos de amargura y
vestigios de todo aquello
que alguna vez nos importaba tanto.
Traduce a lo real
los rostros afectuosos
y afectivos
con que identificamos algo
proponiendo
inconsciente
dejar rasgos meritorios
en todo aquello que el hoy reclama.
Recupera por y para
nosotros
el tiempo aquel que
perdido en el velo selectivo
atrasa los relojes ante el miedo
y ante el fracaso de no ser
lo que queríamos
cuando no éramos más felices que ahora.
Buenos Aires, Capital Federal,
22.12.1998
FOTO: Desintegración de la persistencia de la memoria, de Salvador Dalì
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