Se desintegraba,
ya había notado
- en el castillo -
que sucumbiría.
La desgastada estirpe
de sus colores
había desaparecido
Creía en ella
se había mostrado amable
al tiempo que juiciosa
pero
-tenía que reconocerlo-
se había comportado
como una perfecta idiota
quedándose tan quieta
Mientras
el tiempo seguía lamiéndola
por entero
con esa lengua gatuna
áspera
corrosiva.
Tuvo miedo
quizá fue un temblor
lo que hizo
que su brazo derecho
también desapareciera
- nunca lo supo -
No quiso perder el tiempo
cavilando acerca de su martirio
ya perdí bastante; pensó.
El desarraigo
le dio la mirada desafiante
escondida tras los ojos ciegos
de su cara inexpresiva.
Hubo algún tiempo
en que el color
había pintado aquel brillo
que Cronos se llevó
pero, el interior...
allí estaba intacta.
Supo que
de los suyos
algunos estaban cercanos
Los que no fueron destruídos
en la era del desastre
estaban diseminados
por sitios similares
al que ella, hoy pertenecía.
Esa noche lloró por vez primera.
Y dicen
que el sereno
juró haber visto
a una mujer riendo
por los pasillos del museo
que se detuvo frente a un Guernica
perdiéndose de vista en la sala 3
Lo que nadie pudo evitar
fue que
más visitada por los rumores del suceso
Por la misma época
y en los jardines
de la plaza principal de la ciudad
hallaron a una mujer desnuda
y sin memoria
dormida entre las flores de la fuente.
Dpto de Maku
Belgrano R., Buenos Aires
14/10/2003
FOTO: Venus de Milo, de autor desconocido
Museo de Louvre, París, Francia.
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